He caminado por ti en soledad.
El verso del que no conoce la paz vino a mi.
La distancia del todo fue nuestro mundo y de nuevo aprendi a estar fuera por una oracion de llevarte a ti donde en la montaña brillaba la luna.
Alli siempre la vi solo.
El rio, el arbol, la luna y yo.
La soledad que fulgura en cada corpusculo de aire eter de melancolia.
Hay supe que tenia que volver.
Y baje a ti.
Me desnude de mi en ti y conoci el principio de la duda que es volver a creer.
Me era facil, dios se esconde detrás de ti.
La tarde es de lluvia y melancolia.
Ahora el profeta muere, mi tiempo en esta tierra paso.
Los hombres ya me echan, es el momento de la negacion de la consciencia, de que la luz se nuble por la tormenta, que la lluvia descienda para limpiar una tierra que se pregunta el porque de si misma y se ignora.
Aun miro mi esperanza escondida.
En ti senti la nostalgia del infinito y te di todo.
Pero la tierra necesita lavarse con las lagrimas de un cielo de angeles.
La luz, se ha escondido en el arbol.
El arbol se enfoca a la luna.
Cuando el rio la refleja blanca y pura, cuando se disuelva la lluvia, ese dia descendera la luz unica, opalina del infinito mirando al hombre con ternura.
Si muriera el profeta, y el profeta murio ansiando un poco de ternura.
...no le busques sentido, no lo tiene.
miguel mochales, maestro zen.
domingo, 25 de enero de 2009
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