Yo he muerto.
Tire mi ego al desierto de la ignominia.
Yo he muerto para ser sólo el espacio donde habite el amor.
No puedo tocarlo, cogerlo o amarrarlo.
Me cortaría antes las manos, y tu, ruin pretencioso, lo has encarcelado.
Lo ensucias tan sólo con poner al lado tu nombre.
Mira a quien ha perdido todo, aún ese tiene más posibilidad de amar que tu con tus oropeles.
Me dijiste. -Amo, pero me guardo tesoros para mi. - Y fue así, como tu caricia se convirtio en posesión, y la mano se cerro en un puño.
Quisiste cogerlo y por ello, perdiste toda tu vida.
Todo lo que en ella valía.
Todo lo que era pasión o poesía.
Y llenaste un sacó de avaricia con la inmundicia que pudiste recoger en todos tus días.
Mira.
Mirame.
Estoy desnudo.
En la calle, donde todos caminan deprisa yo voy sin rumbo.
Para que permanecer.
Para que permanecer un segundo.
Antes que el frío invierno me vuelva cobarde me iré.
Te diría ven, pero, tendrías que ir desnudo sin todo tu oropel.
...no le busques sentido, no lo tiene.
miguel mochales, maestro zen
sábado, 27 de diciembre de 2008
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