Recorri los valles de una Tierra fertil.
Era la época donde se hacían las cosas porque si.
La belleza era belleza.
Surgía de cada rincón de la Tierra.
No pedía nada.
Era infinita en su grandeza de aquellos que se abandonan a si.
Seguiste mirando al hombre.
Hiciste del hombre su único fin.
Olvidaste la tierra y manchaste el amor con un fin.
Con un fin, ensuciaste aquello que surge porque si.
Te hablo de la jaula al pájaro.
Te habló del abrazo negado al hijo.
Te hablo de la crueldad contigo. De dejarte a un lado.
Ahora todo tenía un fin.
Y, ese fin a donde te ha llevado.
Hay un profeta que se va a la montaña.
A esa montaña donde ninguna pretensión le llega.
Ese profeta que es poscrito de si, y esa montaña que no ha sido hollada por ti y tu miseria de ver en todo un fin.
Dejad allí que los niños sean niños y sed niños en si.
...no le busques sentido, no lo tiene.
miguel mochales, maestro zen
sábado, 27 de diciembre de 2008
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