Has llegado.
Estas sin cargas.
Se te ve limpio de pasado.
Yo, no te diré nada.
Soy sólo silencio.
Soy el silencio necesario para que tu escuches donde nacen las palabras.
Has venido creyendo que te daría respuestas.
Esa era la última carga de tu condena.
Yo no te doy respuestas, te enseño los secretos.
No hay ni siquiera camino.
¿Como puedes ir de ti hasta ti?
Hasta ahora no eras tu.
Solamente eso.
Eras tu en otro tu, qué estaba en ti y creías ser otro yo.
No te das cuenta qué no te has movido de ti.
Allí donde ibas te creías lo qué los espejos te decian.
Eras el reflejo de ti y no te dabas cuenta.
Yo, nada te puedo decir.
En el reino de lo aparente te creías feliz hasta qué el reflejo se rompió y te dolía el corazón.
O llegaste a la indiferencia.
Eso ya paso.
No te pregunto, no te juzgó, no te sermoneo, solamente dime si estas desnudo y te enseñare el secreto.
Vamos a la montaña porque allí hay silencio.
El silencio es lo contrario a mundo aparente qué es la mente ausente.
Dejame enseñarte la puerta.
Mira, y mantente en silencio.
Con la primera palabra se cierra.
Allí primero donde están los verso de los sueños de poeta estas yendo.
...no le busques sentido, no lo tiene.
miguel mochales, maestro zen
sábado, 27 de diciembre de 2008
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